Mago, escapista, mentor. Hablar de Harry Houdini es hablar del padre del escapismo tal y como lo conocemos hoy: trucos imposibles que nos mantienen con la boca abierta dejándonos con la convicción de que la magia existe en realidad.

¿Quién no ha oído nombrar alguna vez el nombre de Houdini? Quizás el más grande mago escapista de todos los tiempos, referente para todos los que se inician en la magia. De origen húngaro, Harri Houdini fue un ilusionista estadounidense, de verdadero nombre Ehrich Weiss.

El escapista adoptó el nombre artístico de Houdini en honor al mago francés Jean Eugene Robert-Houdin.

La carrera de Ehrich comenzó a sus 9 años cuando huyó de casa para unirse a un pequeño circo en su pueblo natal. Trabajó como aprendiz de cerrajero a la edad de 11 años. Y a los 17 años comenzó su carrera como ilusionista dejando su empleo en una fábrica de corbatas.

Harry Houdini logró la proeza de escapar de cuerdas atadas a su alrededor en cualquier forma imaginable. Llegó a tal grado de experiencia, que eventualmente ofreció una recompensa de 25 dólares a cualquiera que pudiera atarlo de manera que no pudiera escapar. Él nunca perdió un centavo.

Aunque era profesional en todas las ramas de la magia, era conocido por sus escapismos imposibles, gracias a una gran resistencia física que adquirió con una fuerte preparación en el gimnasio. Cuando se encontraba en Londres, sorprendió a los oficiales de Scotland Yard, liberándose de supuestas esposas “a prueba de escape”.

Prácticamente del día a la noche, se transformó de un modesto artista, que ganaba 18 dólares por semana, en una celebridad con honorarios de 1,800 dólares por semana. Durante la Primera Guerra Mundial, Houdini dio sus servicios al gobierno de los Estados Unidos, haciendo presentaciones en campamentos por dos años consecutivos.

La destreza física que le aportaron prácticas como la natación fueron las que lo ayudaron luego a desarrollar esos fantásticos trucos de escapismo en los que se liberaba de un chaleco de fuerza o de una caja fuerte cerrada adentro del mar, entre otros.

Adquirió asimismo una gran erudición en historia de la magia y llegó a acumular una formidable biblioteca especializada en la materia que posteriormente legó a la Biblioteca del Congreso de Washington.

Harry Houdini mago ilusionista quien fue

Su lucha contra el espiritismo.

Al morir su madre Houdini cayó en el pozo de la depresión, algo que le llevó a centrarse en el negocio en auge de los mediums y sus supuestas conexiones con el mundo de los espíritus.

Houdini siempre trató de volver a contactar con su madre; y se volcó en un mundo de misterio y mentiras, que luchó por desmitificar. Consagró su vida a desenmascarar a los falsos mediums, reproduciendo y denunciando sus trucos y publicando artículos en revistas sobre sus trucos y la psicología del engaño.

Houdini concebía la magia como un espectáculo en sí misma y demostró gran habilidad para liberarse del interior de cajas fuertes arrojadas al mar, de camisas de fuerza colgado boca abajo de rascacielos, y de toda suerte de esposas, cuerdas, baúles cerrados con candados y cadenas de cualquier tipo.

A pesar de que Houdini ganó su reputación mundial como escapista, la magia estaba más cerca de su corazón. Fue en 1924 que combinó su trabajo en escapismo con la magia y las ilusiones. Viajó por los Estados Unidos presentando “The Houdini Mystery Show”. Esto siguió hasta el 31 de octubre de 1926, cuando Houdini conoció su prematura muerte en Detroit, a la edad de 52 años.

Harry Houdini antes de morir, preparó una prueba definitiva contra el tan aborrecido espiritismo. Creó un código que comunicaría a su mujer si le era posible en el plazo de diez años tras su muerte. Se dice que ningún médium consiguió comunicarle el código correcto.

Su última función

Lunes 31 de octubre de 1926, 1am de la mañana.

El último acto de su vida había comenzado quince días antes cuando inició su temporada en el teatro Princess en Montreal. Su programa de dos funciones diarias incluía una conferencia sobre fenómenos psíquicos y espiritismo en la Universidad McGill. Después de la conferencia, los estudiantes presentaban sus respetos a Houdini, quien complacido con esto, invitaba a los estudiantes a visitarlo en el teatro.

La mañana del viernes un artista joven, acompañado de dos amigos saludó a Houdini. Uno de los amigos, una estrella del boxeo en la Universidad, preguntó si tendría el privilegio de golpear a Houdini en el abdomen. El estudiante quería convencerse de la fortaleza que Houdini proclamaba tener en su condición física. Houdini, quien se encontraba sentado, aceptó el reto. No había terminado de levantarse aún, cuando el joven golpeó su abdomen con todas sus fuerzas. Después del inesperado golpe, la cara de Houdini se puso blanca mientras hacía esfuerzos para respirar. Algunos minutos después, Houdini pidió al joven que lo golpeara nuevamente. Esta vez él estaba preparado para recibir el golpe. El estudiante lo golpeó una vez más y se encontró con un abdomen duro como un roble. Houdini había comprobado su fortaleza y el joven boxeador quedó ampliamente impresionado.

Houdini no se dio cuenta, pero en la demostración de su fortaleza al joven estudiante, había sufrido la ruptura del apéndice (apendicitis), que se convirtió en el umbral de su reto final.

Al día siguiente, Houdini milagrosamente cumplió con sus presentaciones de la mañana y de la tarde, con las cuales concluía su temporada en Montreal. A pesar de que su condición empeoraba, abordó el tren hacia Detroit, donde tenía el compromiso de hacer una función en la noche del lunes 24 de octubre. Cuando arribó a Detroit, Houdini sufría de severa fiebre (se habla de 40 grados) y continuos escalofríos. Su esposa Bess le suplicaba considerar la hospitalización, pero sus ruegos no eran escuchados. Al oír las noticias de que las localidades del teatro estaban agotadas, la atención médica era lo último que pasaba por la mente del artista. El público de esa noche vio la sonrisa cautivadora y sintió la grandiosidad en el hombre, pero difícilmente pudo darse cuenta de que él estaba muriendo.

Mientras actuaba, la fatiga aumentaba y su agonía casi lo paralizaba. Esa fue su última actuación.

Houdini se desmayó y fue llevado al hospital Grace, donde fue sometido a cirugía mayor de urgencia durante la mañana del siguiente día. Poco se pudo hacer para detener la inevitable consecuencia del engangrenado apéndice que el cirujano encontró.

Siete días más tarde, Houdini dijo a su hermano Hardeen, “Estoy cansado de luchar. Creo que esta cosa me va a vencer.” Houdini cerró sus ojos por última vez. Era la mañana del Halloween.

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